En aquellos casos en que la situación del tumor esté en íntimo contacto con la cavidad peritoneal y vísceras intestinales, y para evitar riesgo de daño, se puede realizar el tratamiento mediante criocirugía, asociada a la cirugía laparoscópica. 

El tratamiento es algo más largo y requiere una estancia de 48 horas de ingreso hospitalario.

Se realiza mediante la introducción de unos microtubos con cámaras a través de la piel, logrando una visión directa de lo que se está haciendo. Con la ayuda de un sistema de ecografía, se ayuda a la colocación de las criosondas y, tras la aplicación de frío a 192ºC, se destruyen las células tumorales.

Esta técnica está especialmente indicada en los tumores de riñón menores de 4 centímetros, pero muy especialmente en aquellos pacientes que tienen un riñón único, que tienen contraindicación para la cirugía convencional, en los que son recidivantes y en los que están situados cerca del hilio renal.  

Como en todos los restantes casos,  se realizan controles periódicos para asegurar que no existe recidiva tumoral, o tratarla de forma precoz en caso de su aparición, ya que el cáncer de riñón puede presentar recidivas en el mismo riñón o en el contralateral.